Los celos infantiles son un estado en el que el niños tiene la sensación de frustración al creer que ya no es correspondido emocionalmente por sus padres, o al menos, no con la intensidad y la frecuencia que lo necesita.
Los celos en la infancia tras el nacimiento de un hermanito son habituales. El niño reclama seguir teniendo la misma atención de su familia que tenía y que ahora debe de compartir con su hermano pequeño.
Esta situación se atraviesa durante un tiempo, mientras se adapta. Otras veces se prolonga más en el tiempo y genera mucho malestar en las relaciones familiares, por lo que la intervención de un profesional es necesaria.
Cuando hacemos referencia a los celos infantiles siempre nos referimos a los celos visibles como las rabietas o las peleas. Pero también existen los celos infantiles silenciosos. Al no verse pensamos que no existen aunque están ahí y se manifiestan bajo la forma de dolores de cabeza, tripa o apatía. Señales que pueden pasar desapercibidas por los padres.
Hay niños que viven los celos infantiles adoptando una actitud de retraimiento, se apartan, se aíslan. Otros experimentan regresiones como empezar a hablar de un modo extraño, volver a mojar la cama o pedir el biberón. Manifestaciones bastante evidentes que nos deberían poner sobre aviso.
La aparición de los celos es totalmente normal, es inevitable y hasta saludable. Aparecen cuando un niño siente que cualquier persona puede ser una amenaza que arrebate el amor o la atención de las personas más significativas de su alrededor.
¿Qué podemos hacer los adultos para ayudarles?
Lo primero, permitir que expresen sus emociones. Animarles a que hablen abiertamente de sus sentimientos. La infancia es el momento de aprender a expresar con palabras nuestros sentimientos y esta es sin duda, la mejor manera de llegar a controlarlos.
Los adultos deben aceptar los celos como algo normal, nunca culparles por sentirlos, y ayudarles a encontrar las formas adecuadas de canalizar los sentimientos. Dejemos que se enfaden, aunque les ayudemos a que salgan del malestar empatizando con ellos.
Una buena manera de ayudarles es aumentar el tiempo en actividades y juegos en los que participe toda la familia, es un buen método para mejorar la comunicación y estrechar lazos.
Además, debemos responder con tranquilidad a los episodios celosos. Podemos comunicarle al niño nuestra decepción pero sin estridencias, sin recriminaciones y nunca dejándole de prestar atención.
Posteriormente, según la edad, podemos razonar con el niño celoso, aunque es posible que no siempre entienda nuestras posiciones o argumentos de personas adultas.
¿Cuánto durarán los celos infantiles?
No es posible determinar cuánto tiempo durarán los celos, aunque sí podemos decir que depende mucho de la forma de ser del niño, de la relación que tenga con sus padres y de cómo éstos actúen.
Si observamos que estamos dedicando demasiado tiempo al pequeño y que el mayor empieza a sufrir, intentemos pasar más tiempo con él, realizando actividades que le gusten y haciéndole sentir importante.
La relación entre hermanos tiene su propio desarrollo. El amor llega de forma progresiva y los celos suelen ser puntuales, normalmente son superados y no presentan mayores problemas.
Los padres no son los culpables de que el niño sienta celos, pero sí los responsables de intentar entender qué es lo que le está pasando, para darle más seguridad en sí mismo.
Gabinete Psicopedagógico