Aprender a tolerar la frustración desde pequeños permite que los niños puedan enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones que se le van a ir presentando a lo largo de la vida.
Pero… ¿Qué es la frustración exactamente?
Tal y como nos explican los profesionales del gabinete psicopedagógico del colegio Argos, la frustración es una evidencia emocional que se presenta cuando un deseo, un proyecto, una ilusión o una necesidad no se satisfacen o cumplen cuando queremos. Esta sensación no solo es propia de los niños, también aparece en la edad adulta y se traduce en emociones como el enfado, la tristeza, la angustia o la ansiedad.
Aprender a tolerar la frustración y a controlarla significa que se es capaz de afrontar los problemas y las limitaciones con las que nos encontramos en nuestro día a día, por ello es tan importante que se trabaje desde bien pequeños.
En la etapa infantil los niños suelen pensar que el mundo gira a su alrededor, que lo merecen todo y que deben conseguir en al instante lo que piden. No saben esperar ya que no han desarrollado el concepto del tiempo, ni la capacidad de pensar en las necesidades de los demás.
Es en este momento cuando los padres y educadores deben comenzar a enseñar a tolerar la frustración. Si los padres siempre dan a sus hijos todo aquello que piden, los pequeños nunca aprenderán a tolerar el malestar que provoca no conseguirlo todo siempre y hacer frente a situaciones adversas.
No trabajar esto en la infancia puede llevar a que en la edad adulta sigan sintiéndose mal cada vez que no consigan aquello que se han propuesto.
¿Cómo identificamos a un niño con poca tolerancia a la frustración?
- Tienen dificultades para controlar las emociones.
- Son más impulsivos e impacientes.
- Buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata, por lo que, cuando deben enfrentarse a la espera de sus necesidades, pueden tener rabietas y llanto fácil.
- Son exigentes.
- Pueden desarrollar, con más facilidad que otros niños, cuadros de ansiedad o depresión ante conflictos o dificultades mayores.
- Creen que todo gira a su alrededor y que lo merecen todo, por lo que sienten cualquier límite como injusto ya que va contra sus deseos. Les cuesta comprender por qué no se les da todo lo que quieren.
- Tienen una baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad.
- Manifiestan una tendencia a pensar de forma radical: algo es blanco o negro, no hay punto intermedio.
El error de complacer siempre a los niños
Intentar complacer siempre a los niños y evitar que se sientan frustrados ante cualquier situación, no favorece su desarrollo integral como personas, pues no debemos olvidar que cuando se conviertan en adultos deberán enfrentarse a situaciones de éxito pero también de fracaso.
Esto puede provocar que incluso desarrollen actitudes agresivas reincidentes, según algunas teorías.
Muchos padres intentan reducir o evitar las fuentes que causan frustración en el niño y terminan por convertir cualquiera de sus fracasos en un nuevo éxito.
Para prevenir esta situación, los padres deben evitar la sobreprotección y no abusar de la permisividad, es decir, no ceder siempre ante el niño, de modo que siempre acabe consiguiendo lo que quiere y nunca se llegue a enfrentar a situaciones negativas, problemáticas o frustrantes.
Técnicas para tolerar la frustración
- Dar ejemplo. La actitud positiva de los padres a la hora de afrontar situaciones adversas es el mejor ejemplo para que los hijos aprendan a solventar los problemas.
- Educar en la cultura del esfuerzo. Es importante enseñar a un niño que es necesario esforzarse, de este modo aprenderá que el esfuerzo es, en muchas ocasiones, la mejor vía para resolver algunos fracasos.
- No darle todo hecho. Si se le facilita todo al niño y no se le permite alcanzar sus retos por sí mismo es difícil que pueda equivocarse y aprender de sus errores.
- No ceder ante sus rabietas. Las situaciones frustrantes derivan en muchas ocasiones en rabietas, si los padres ceden ante ellas el pequeño aprenderá que esa es la forma más efectiva de resolver sus problemas.
- Marcarle objetivos. Hay que enseñar al niño a tolerar la frustración marcándole objetivos realistas y razonables pero sin exigirle que se enfrente a situaciones que por su edad o madurez sea incapaz de superar.
- Convertir la frustración en aprendizaje. Las situaciones problemáticas son una excelente oportunidad para que el niño aprenda cosas nuevas y las retenga. De esta forma, podrá afrontar el problema por sí mismo cuando vuelva a presentarse.
- Enseñarle a ser perseverante. La perseverancia es esencial para superar situaciones adversas. Si el niño aprende que siendo constante puede solucionar muchos de sus problemas, sabrá controlar la frustración en otras ocasiones.
Ante la frustración, hay que enseñar a los niños formas positivas de hacer frente a estos sentimientos adversos. Para ello, se pueden utilizar distintas estrategias:
- Enseñarle técnicas de relajación. Todos nos enfrentamos a las situaciones adversas de una forma más positiva si estamos relajados. Un buen consejo es enseñar a los pequeños a aumentar su tolerancia a la frustración a través de la relajación del cuerpo.
- Enseñar a identificar el sentimiento de frustración cuando aparezca. Por ejemplo, “Juan está rabioso porque no ha hecho bien esta resta. Inténtalo con otra y tómate más tiempo”.
- Enseñar al niño cuándo debe pedir ayuda. A algunos pequeños les cuesta pedir ayuda, mientras que otros la piden constantemente y de inmediato. Hay que enseñar al niño a intentar encontrar una solución primero.
- Representar papeles. Se puede jugar con el niño a interpretar una situación frustrante. Por ejemplo, el pequeño tiene que hacer los deberes pero quiere irse a jugar al parque. Primero, el niño interpretará la frustración y luego adoptará el rol opuesto. Se le puede animar a que hable consigo mismo de forma positiva y busque una manera de resolver el problema.
- Reforzar las acciones apropiadas del niño. Es importante elogiarlo cuando retarde su respuesta habitual de ira ante la frustración, y cuando utilice una estrategia adecuada.
- Modificar la tarea. Enseñar al niño una forma alternativa de alcanzar el objetivo.
En resumen, cabe recordar que la frustración forma parte de la vida. Aunque no se puede evitar, se puede aprender a manejarla y superarla, y aumentar la tolerancia a la misma. Aprender a tolerar la frustración facilita que nos enfrentemos con éxito a la vida. Por ello, cuanto antes aprendamos, mejor.
(Fuente: FAROS Sant Joan de Déu)